Los casos de Néstor Morales, Juan Diego Alvira y Eva Rey no son simples equivocaciones, sino fallas que resuenan en la credibilidad de los medios, revelando un preocupante patrón de ligereza, sensacionalismo y falta de criterio que genera críticas de otros medios y la ciudadanía.
La retractación de Néstor Morales de Blu Radio sobre la senadora Martha Peralta es un ejemplo palmario de la peligrosa mezcla entre rumor y noticia. El periodista afirmó, sin prueba alguna, que la congresista se había ausentado de una votación crucial para ir a un “salón de belleza”. Esta acusación, calificada de “machista” por la senadora y replicada por medios como Publimetro, obligó a Morales a admitir en vivo el 26 de junio de 2025 que “no tenía pruebas” de su “insinuación”. Tal como lo han señalado diversos observadores y otros medios, inventar información, incluso si luego se rectifica, es una mancha inaceptable en la hoja de vida de un periodista y refleja una preocupante falta de verificación en aras de un “golpe” mediático.
Lo de @NestorMoralesC es machista, me maltrata como mujer, mentiroso, ruin y demasiado bajo ¡YO NO ESTABA EN NINGÚN SALÓN DE BELLEZA! Infame, tendrá que retractarse.
— Martha Peralta Epieyú (@marthaperaltae) May 15, 2025
No voy a permitir más sus ataques vulgares; porque soy mujer, joven e indígena, me calumnia diciendo que "estaba… pic.twitter.com/hCejbbmGZS
La situación de Juan Diego Alvira es aún más grave, al ser el resultado de una orden judicial. El pasado mayo de 2025, un Juzgado de Bogotá obligó a Caracol Televisión, W Radio y al propio Alvira a retractarse por difundir información tergiversada sobre la representante Mafe Carrascal.
La congresista interpuso una tutela argumentando que se habían publicado “noticias falsas” y “titulares sensacionalistas” que afectaban su dignidad. Que la justicia deba intervenir para corregir la información de un periodista de su cobertura evidencia una ausencia de autorregulación y un desapego del “deber de veracidad” que debe regir la profesión, generando un precedente que cuestiona la responsabilidad de los medios al informar.
¿Se acuerdan de este caso? ¡Pues les cuento que gané en segunda instancia! La justicia volvió a darme la razón contra @JuanDiegoAlvira y el poder mediático ✊🏼
— Mafe Carrascal Rojas (@MafeCarrascal) June 26, 2025
Este es un precedente fundamental en relación con la libertad de prensa y de expresión.
¡Los medios de comunicación… https://t.co/yr97HlAScj pic.twitter.com/sf4tn1sXAh
Finalmente, el caso de Eva Rey con la entrevista a Emilio Tapia es una bofetada a la ética periodística. La decisión de darle un espacio a un corrupto convicto, con preguntas percibidas como “frívolas” (como la cuestionada sobre el sexo en la cárcel, según Caracol Radio y El País), generó una oleada de críticas y “total indignación” en redes sociales, según Teleantioquia.
La propia Eva Rey admitió el 26 de junio de 2025 que “se equivocó” y decidió no publicar la entrevista completa. Esto no es solo un error, sino una muestra de la peligrosa banalización de la corrupción y la búsqueda de la viralidad a cualquier costo, incluso si ello implica legitimar a personajes nefastos y desdibujar el rol crítico y fiscalizador que el periodismo debe ejercer en una sociedad. Las retractaciones son necesarias, sí, pero estas en particular revelan un periodismo que, en ocasiones, parece más preocupado por el rating que por su verdadera