De acuerdo con fuentes oficiales y reportes de prensa, Gutiérrez viajó a Estados Unidos la semana pasada, pero su agenda tuvo como prioridad la lucha contra la explotación sexual comercial infantil y no unos contactos con organismos de seguridad de EEUU como lo aseguró falsamente.
Aunque se confirmó que hubo reuniones con agencias como el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y el FBI, el tema central fue la cooperación en investigaciones sobre delitos sexuales contra menores, no el atentado contra Uribe.
Lo deshonesto es que, en lugar de aclarar, el alcalde de ultraderecha aprovechó la coyuntura para enviar un mensaje político que lo alinea con la narrativa de mano dura y la seguridad democrática.
Resulta extraño que, mientras las autoridades judiciales y el propio Gobierno Nacional han solicitado formalmente colaboración internacional para rastrear la pistola utilizada en el atentado, sea precisamente Gutiérrez quien aparezca en escena con un discurso cargado de suspicacias y reclamos.
La verdad es que el FBI no ha recibido una solicitud formal de apoyo para esclarecer el atentado a Miguel Uribe desde la alcaldía de Medellín, desde donde además no tendrían las facultades legales y diplomáticas para pedir tal intervención.
Según diversas fuentes consultadas por nuestro medio este drama humano y político merece respuestas serias y no simple propaganda. Los medellinenses esperamos hechos, no solo discursos, y menos aún narrativas que desdibujen la frontera entre la justicia y el oportunismo electoral.
